8/5/09

Libro no leído: mundo por descubrir


Hojas frescas sin el tinte de mis manos, sin la curiosidad de mis ojos. Nueva aventura por descubrir.
El suspenso existe en el incierto camino que el libro o yo recorreremos hasta encontrarnos. ¿Cómo llegará a mis manos? ¿Lo encontraré perdido entre tantos otros libros, que piden ser llevados, será un regalo especial de cumpleaños o un préstamo de algún amigo?
Lo cierto es que una vez juntos, comienza mi ritual. En principio, dejo que las hojas movedizas se rocen con las yemas de mis dedos, mientras que el aroma (que para mí tiene un deje de vainilla) inunde mis sentidos. Luego, mi cuerpo y mi mente se preparan para vivir una nueva historia. Cada fibra de mi ser vibra ante lo desconocido. Los seres –humanos, mágicos o de otras índoles – palpitan la llegada de mis palabras para recobrar vida y ser descubiertos.
La tensión, que se genera en el instante previo en que ese libro sea leído, es palpable. Se podría decir que hasta sonora. Y cuando las palabras se convierten en imágenes, ya no se distingue el libro de mi ser, sino que ambos estamos de viaje.
Cuando el recorrido llega a su término, esa historia leída y vivida estará inmortalizada en mi ser, es un vínculo pactado, irrompible y sagrado con ese libro.
Como el tiempo cíclico e infinito, quizás, ese libro tenga un nuevo destinatario y otro nuevo libro esté por llegar a mis manos. Por mi parte, saboreo, con goce, la espera.

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