21/9/15

Cuentanotas


Varios árboles, unas ovejas sucias, chatarras, enorme máquina-monstruo con dientes de picos que come chatarra, puente, baldíos, paso nivel, estación…

Nota: La chica sentada junto a mí duerme. Su mejilla izquierda roza el vidrio vacilante pegado a su asiento.

Villorrios, torres de cemento que ocultan al sol y guardan a la gente, negocios donde se gastan los sueldos para no sentir vacío, paso nivel, estación…

Nota: Una señora trata de penetrar con su mirada en mi mente, lo sé: quiere mi asiento, pero no hay turnos para asientos ni se puede rotar de tanto en tanto. ¡Lástima! falta bastante para que me baje.

Fábricas, galpones, pintadas, mugre, paso nivel, estación…

Nota: perdí la cuenta de los que pasaron a pedir monedas, repartir estampitas, cantar, gritar – por qué gritarán tanto– y vender. Lo dejo para mañana.

Confluencia de trenes, algunos bares lindos y una plaza, paso nivel, estación…

Nota: Hoy nadie se ha arrojado al tren, ni me han insultado sin motivo o con motivo, no olí el sudor del sobaco de algún hombre que a pesar de saber de su mal olor se agarra del pasamano más alto justo debajo de alguna cara.

Árboles, puentes, grises construcciones, casas de cartón, paso nivel, estación…

Nota: El aire se convirtió en la fetidez de un pedo, que tapó mis fosas nasales. Transpiré por no animarme a despertar a la chica y abrir la ventana.

Suciedad, perros vagabundos, un hombre durmiendo bajo el puente, paso nivel, estación…

Nota: Hay una mujer de pelo corto parada a mi lado. Hace rato sospecho que…

El hombre de cabellera rubia y rulos se bajó corriendo, llegué justo a descubrir entre sus manos el cuaderno-diario donde escribía. Mis ojos vieron algunas de sus notas durante su viaje, mas no llegaron a leer por completo su contenido porque se distraían en contar las figuras de ciudad que el tren dejaba a su paso para evitar que me maree.

Largo recorrido de vías enroscadas como víboras, una flor de metal, un galpón de un escultor extraño, andenes, final del recorrido.

16/8/15

A veces crecer duele

— Toda mi vida crecí lento - te dije.
— A los doce años dejé de fumar -me dijiste.


Tu infancia y la mía se asimilan y a la vez se distancian. Recuerdo ese día en tu casa, sentados en el comedor, que como en una morgue helaba la sangre. Con los pies congelados me costaba escucharte, concentrarme en la conversación. Para cuando mis pies ya estaban violetas, tuve que pedirte que me prestaras un par de medias, pero no fue suficiente y empecé a empalidecer. Entonces, prendiste la estufa. Estabas tan acostumbrado a la falta de calor que no te habías dado cuenta de encenderla antes.

Ese día me contaste de la infancia que pasaste prácticamente solo. Tus padres se habían separado cuando eras muy chico: él desapareció, ella hizo lo que pudo. Tu papá fumaba como un escuerzo y ése era el único recuerdo que te quedaba de él. Hurgando en sus cajones de la cómoda, ya casi vacíos, encontraste un paquete de cigarrillos. Ahí empezaste a fumar. Te sentías como él, tomaste su lugar.
Llegabas del colegio y encontrabas un churrasco crudo en un plato y una sartén sobre el anafe. Tu mamá no estaba, nunca estaba. Debías cocinarte solo y así jugabas a ser el dueño de la casa. Tu cuerpo se resintió en pérdidas y abandonos.
Dejaste de fumar a los doce cuando casi te morís de un disparo. En el galpón de tu casa encontraste balas viejas. Por simple curiosidad, se te ocurrió prender un fuego sobre la parrilla y pusiste una bala dentro para ver si estallaba. Como nada pasaba, te corriste a un lado de la parrilla justo en el momento en que la bala salió disparada, te atravesó un hombro. Cuando tu mamá se enteró por los médicos que fumabas, te obligaron a dejar el vicio.
Recuerdo que pensé: los momentos en la vida de una persona no pueden medirse con la vara de otros, sólo uno mismo puede teñir algo con su propio tinte.

— A veces crecer duele- te dije.
— Tus pies ya están calentitos- me dijiste.

31/3/15

Ponencia Inspiración gatuna







Expositora de mi ponencia: “Inspiración gatuna. Análisis de los textos: Ojos amarillos de Ricardo Mariño y Hay que enseñarle a tejer al gato de Ema Wolf”
Disponible en: http://jornadasplan.fahce.unlp.edu.ar/vi-jornadas-2014/actas-2014/Chaves.pdf