4/3/08

Un respiro



Las cuatro paredes de su cuarto le hacían sentir asfixia, sólo agarró su abrigo y salió de allí.
Caminó errante por Recoleta, cuadra tras cuadra, hasta que llegó a Plaza Francia y comenzó a mezclarse en el laberinto humano, que caóticamente la recorría. Se sentó en un banco, a su lado había una revista, –debe ser de algún indigente– pensó y tuvo el inexplicable impulso de tomarla.
El sentimiento de ahogo volvió a abarcarla, se levantó y a paso lento llegó a las escalinatas de la Facultad de Abogacía. Comenzó a leer un artículo y descubrió que era de esa clase que tanto había criticado…chismosa, al percibir esto, se rió y le dolió hacerlo – demasiado tiempo sin sonreír–. Cerró los ojos y dejó que el viento arremolinado le trajera un respiro.
Volvió a sonreír y siguió leyendo.

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